7 marzo, 2022
Refugiado afgano ayuda a niños y niñas con discapacidad
Un refugiado afgano con discapacidad apoya a los niños y niñas con discapacidad a estudiar. Ha fundado un organización que entrega sillas de ruedas y apoya a las familias con hijos e hijas con discapacidad para que puedan seguir su educación.
Jamil ur Rehman es un refugiado afgano de segunda generación nacido en Pakistán. Debido a su discapacidad y su estatus de refugiado ha tenido muchas dificultades para obtener una educación. De pequeño su comunidad creía que nunca podría devenir un profesor. Sin embargo, sus padres intentaron que él fuese a la escuela.
Finalmente aprendió a leer y escribir a los 12 años con una ONG apoyada por ACNUR. Luego completó el tercer año de primaria a los 18 años, desafortunadamente no podrá continuar estudiando más allá de la primaria.
A los 33 años ha dedicado toda su vida a romper el estigma y las barreras que impiden a los refugiados con discapacidad tener acceso a una educación en Pakistán. Hace cuatro años Jamil fundó la Unión de Discapacitados Refugiados Afganos (ARDU) en su provincia, que es el hogar de muchos refugiados que huyeron de Afganistán desde el inicio de la guerra en 1979.
Con el apoyo de la comunidad de refugiados afganos, ARDU ha distribuido 60 sillas de ruedas para jóvenes viviendo en pueblos de refugiados que las necesitan para ir a la escuela.
«No quiero que ningún discapacitado sienta que no puede ser feliz o autosuficiente», dice Jamil sobre su misión. «Pueden hacer todo lo que quieran».
Se estima que la persecución, la violencia y las violaciones de los derechos humanos ha desplazado por la fuerza a 12 millones de personas con discapacidad y esta cifra real puede ser mucho mayor.
Una de las personas a las que ha ayudado es Gul Bibi, una joven refugiada con discapacidad de 16 años. Antes dependía de sus padres para ir a la escuela de primaria cada día y casi dejó de ir en varias ocasiones, hasta que Jamil consiguió una silla de ruedas para ella.
Otro beneficiario de ARDU es Awais, un niño de siete años que esta discapacitado. Su padre lo cargaba, pero llego un momento en el que Awais ya era demasiado pesado para su padre y le era difícil moverse.
«Jamil siempre se preocupó por Awais y todavía le visita con dulces y sus galletas favoritas», dice el padre de Awais, Zakar Ullah. «Ahora Awais puede moverse e ir al parque infantil y disfrutar de la naturaleza con muy poco apoyo por mi parte».
Jamil continua abogando por apoyo a los niños y niñas afganos refugiados de su pueblo. También quiere que su propia comunidad reconozca el valor de la educación para todos.
«La educación ha sido importante para convertirme en quien soy. Mi educación es mi fuerte. Mi discapacidad es una fortaleza», dice. «Quiero que mi comunidad sea positiva. Quiero empoderar también a otros miembros de la comunidad de discapacitados. Somos parte de este mundo».
Autora: Marta Marcos Salleras.