28 febrero, 2022
El papel de las Naciones Unidas ante el conflicto Rusia-Ucrania: es la hora de unas nuevas Naciones Unidas?
Ariadna Quintero, coordinadora de programas y Derechos Humanos.
Es evidente que la actual situación mundial ocasionada por la invasión de Rusia a Ucrania, está haciendo tambalear la concepción geopolítica conocida hasta ahora y un replanteamiento de hacia donde se dirige el orden mundial.
Si pensamos en el papel de los Organismos Multilaterales Internacionales como las Naciones Unidas o la Unión Europa, para vislumbrar una posible solución a este conflicto con visos de consecuencias inimaginables para la paz y estabilidad mundial, nos suscita inmediatamente la duda de cuál debe ser su participación efectiva y si podrán realmente ejercer una presión suficientemente fuerte para poder resolver el conflicto.
Desde nuestra perspectiva y refiriéndonos directamente al papel de las Naciones Unidas, después de lo vivido en las reuniones del Consejo de Seguridad justo cuando se desata el ataque directo de Rusia a Ucrania y paradójicamente en el momento en que Rusia ostenta la presidencia de dicho órgano encargado de la paz internacional, resulta difícil pensar que desde aquí se pueda encontrar una solución.
Desde la creación de la Organización en 1945 con el espíritu del mantenimiento de la paz y la seguridad internacional y evitar la posibilidad de una nueva guerra desbastadora como la II Guerra Mundial, el Consejo de Seguridad dentro de la estructura de las Naciones Unidas, ha sido siempre el órgano designado con la responsabilidad principal del mantenimiento de la paz y las seguridades internacionales, trabajando siempre en primera instancia a través de la diplomacia como la herramienta “perfecta” para alcanzar estos fines.
La forma en la cual el Consejo de Seguridad está conformado, su poder de actuación, los cuestionables poderes de veto que le otorgan un poder absoluto a los 5 Estados miembros permanentes del Consejo de Seguridad (Estados Unidos, Federación Rusa, China, Francia y Reino Unido e Irlanda del Norte), ha sido siempre el talón de Aquiles de la Organización cuestionando en diferentes ocasiones, la efectivad de resolver las graves situaciones de conflicto mundial a través de los años.
En este orden de ideas, la pregunta es, ¿puede Rusia, habiendo transgredido mediante el uso de la fuerza los principios contenidos en la Carta de las Naciones Unidas, continuar ejerciendo un papel tan importante dentro del Consejo de Seguridad?.
Por desgracia y aunque resulte paradójico, la respuesta es sí. Dentro de la Carta de las Naciones Unidas, no se contempla ningún mecanismo para remover a los miembros permanentes del Consejo de Seguridad. Su propia condición de “permanente” lo consolida en esa posición.
Otra cuestión sería la solicitud de expulsar de las Naciones Unidas a un país miembro, situación que requeriría el voto de la Asamblea General de las Naciones Unidas, pero siempre sujeto a la recomendación del Consejo de Seguridad. Una situación inédita y que, ante el evidente papel de Rusia, esto sería imposible.
A falta de un consenso en el Consejo de Seguridad y ante la gravedad del tema que viola indiscutiblemente los principios contenidos en la Carta de las Naciones Unidas, el Consejo de Seguridad pedirá a la Asamblea General una reunión de urgencia para tratar la cuestión y arrancar una resolución de condena contra Rusia, esperando el apoyo de la gran mayoría de los 193 Estados miembros de Naciones Unidas.
Durante sus 77 años de vida la Asamblea General sólo ha llevado acabo 10 sesiones de emergencia en línea con la resolución 377A (V) llamada «Unidos por la Paz» que le confiere a la Asamblea General el poder de hacerse cargo en el ámbito de la paz internacional y la seguridad cuando el Consejo de Seguridad no se pone de acuerdo por razónfalta de unanimidad entre sus miembros permanentes.
No nos engañemos, una condena por parte de la Asamblea General de las Naciones Unidas contra Rusia, no irá más allá de un gesto simbólico, una condena ética y moral, pero con poca efectividad jurídica, ya que sólo una resolución del Consejo de Seguridad en materia de paz y seguridad confiere ese carácter vinculante indispensable.
El panorama se presenta realmente complicado, después de los esfuerzos diplomáticos fracasados por parte de los Organismos Multilaterales, la reacción de la gran mayoría de la comunidad Internacional trabaja sobre la línea de las sanciones económicas de momento, como una posibilidad de ejercer presión sobre Rusia, con posibilidad de éxito disuasorio cuestionable ante la creciente amenaza nuclear de Putin.
Y en lo que respecta entonces al carácter y el papel de una Organización que en 1945 jugó el papel más importante en el mantenimiento y consecución de la paz como lo es Naciones Unidas, se vuelven abrir muchos frentes.
Delante de los acontecimientos actuales y el cambio constante del orden internacional, es indispensable insistir en la necesidad de una reforma de las Naciones Unidas, un debate enquistado, difícil pero imprescindible para el devenir de las generaciones futuras.
Este año el Secretario General de las Naciones Unidas, Antonio Guterres renueva su mandato al frente de la Organización hasta el año 2026. Es el momento de realizar una apuesta valiente y poner sobre la mesa la urgente necesidad de plantear este debate.
Aún con todos sus defectos, seguimos pensando que las Naciones Unidas son necesarias. Los esfuerzos diplomáticos, a pesar de su fracaso hasta ahora en este conflicto, deben continuar.
Nos encontramos en estos momentos en un escenario donde se están llevando a cabo conversaciones entre el gobierno ruso y el gobierno de Ucrania para buscar una posible “solución” y las Naciones Unidas debería reivindicar su papel vital de mediación de estas difíciles negociaciones, atendiendo al espíritu de su creación.
No obstante, seguimos pensando que es indispensable un cambio de su estructura, sobre todo en el ámbito del mantenimiento y de la paz y la seguridad internacional, ya que el propio futuro de las Naciones Unidas depende de ello.