18 noviembre, 2021
La COP26 alcanza medidas necesarias para mantener viva la llama de los Acuerdos de París.
Las compromisos recogidos en la resolución buscan consolidar el objetivo de que la temperatura global no aumente más de 1’5 ºC
La próxima década dependía de las medidas y los compromisos que se tomaran en la Conferencia de las Partes celebrada en Glasgow. Esta cita clave con el planeta tierra, donde asistieron representantes, diplomáticos y agentes sociales, se saldó con una serie de mandatos que buscan reconciliar la actividad económica, social e industrial con el medio ambiente, aquejado por los métodos de desarrollo y producción con elementos nocivos para la biosfera.
De este modo, la COP26 orientó todo su campo de acción a lograr el objetivo que planteaba el presidente designado para dirigir la cumbre, Alok Sharma, en el discurso inaugural de las sesiones: lograr limitar el aumento de la temperatura global en 1’5 ºC para el año 2100. Así pues, las negociaciones abordaron problemáticas a erradicar como la reducción del uso del carbón en los procesos energéticos y el compromiso del grueso de los estados a ofrecer una mayor financiación a los países con menos recursos para que tengan la capacidad de hacer frente a las vicisitudes causadas por el cambio climático.
Mayores contribuciones a los países pobres
Sin embargo, este último pacto que instaba a los países ricos a doblar, “como mínimo», sus contribuciones económicas a los estados en vías de desarrollo antes de 2025, ha provocado sismos en los diálogos entre políticos e instituciones. No obstante, el sentido común y el compromiso ha reinado en la concreción de este aspecto, logrando así un acuerdo que se presenta indispensable en la consecución de una mayor igualdad entre territorios.
Con todo, los representantes de las islas del Pacífico han mostrado su escepticismo hacia los réditos que estas medidas puedan aportar a su territorio. “No evitará que nos ahoguemos”, apuntó Elizabeth Kité, representante de la juventud de Nuku’alofa, Tonga. Esta declaración, sumada a la rueda de prensa del presidente de Tuvalu ofrecida con el agua del mar hasta las rodillas, pretendía exigir un esfuerzo mayor al conjunto de los países para tomar partido de este drama climático.
Por otro lado, en la tercera jornada de la COP26 se llegó a otro de los puntos clave gestionados en la cumbre. Más de 100 países se comprometieron a reducir en un 30% las emisiones de metano para 2030. Esta iniciativa, liderada por la Unión Europea y los Estados Unidos de América, incluye a países que representan casi la mitad de las emisiones globales de metano y el 70% del PIB global.
Asimismo, el pacto abarcó a los diez países que producen más cantidad de este elemento: Estados Unidos, Indonesia, Nigeria, Pakistán, México y Brasil, entre otros. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, se congratuló por la firma de este acuerdo y apuntó que “el metano es uno de los gases que podemos reducir más rápido. Hacer eso ralentizará inmediatamente el cambio climático». Sin embargo, se borraron del pacto países clave como Rusia, India y China.
Acuerdo para la «progresiva reducción» del carbón
Una de las medidas que suponía un enorme compromiso para echar el freno al cambio climático era erradicar el uso del carbón y su dependencia mundial. Pese a que el borrador del acuerdo estaba ya visto para sentencia y se matizaba con el verbo “eliminar”, la India introdujo una apreciación de última hora para pedir la flexibilización de la referencia explícita al fin del carbón.
De este modo, el representante indio propuso cambiar la terminología del artículo 36, que rezaba “la eliminación progresiva del carbón sin sistema de captura de carbono”. Finalmente, los países aceptaron a regañadientes la suavización de esta medida añadiendo el concepto “progresiva reducción” en detrimento de “eliminación”, lo que supuso un bache en la implantación de una medida primordial para los intereses de la tierra.
El fin de los combustibles fósiles, cada día más cerca
En línea con el compromiso de eliminar todo elemento tóxico para la recuperación ecológica y sostenible de nuestro planeta, una treintena de países -entre los que figuran España, Estados Unidos y el Reino Unido- aprobaron la sentencia de muerte a la financiación pública de carbón, petróleo y gas en el extranjero para finales de 2022.
Los efectos colaterales de esta decisión también son positivos en términos económicos, dado que se calcula que estos 22.400 millones de euros ahora se podrán invertir en el fomento de las energías limpias.
A su vez, los combustibles fósiles también empiezan a ver su fecha de caducidad en países como Dinamarca, Costa Rica, Francia, Irlanda, Suecia, Gales (Reino Unido), Quebec (Canadá), Groenlandia, Nueva Zelanda, California (Estados Unidos) y Portugal, los cuales señalaron el camino a seguir para poner fin a las concesiones de nuevas licencias para la “exploración y explotación de petróleo y gas en territorios que se encuentren bajo su jurisdicción».
Compromiso empresarial y financiero
La Conferencia de las Partes también ha sido un reclamo para las grandes firmas empresariales de todo el planeta, que han visto en la cumbre una gran oportunidad para mostrar su compromiso por problemáticas de carácter global que también pueden afectar a sus beneficios ante la potencial falta, o incluso desaparición, de ciertos recursos. Por este motivo, hasta 450 firmas financieras de 45 países de invertir 112 billones de euros para la transición hacia una economía descarbonizada en 2050.
Al mismo tiempo, para acelerar el desarrollo de tecnologías que contribuyan a capturar dióxido de carbono e impulsar el uso de energías limpias, países como Estados Unidos, China, India, Arabia Saudí, Alemania, Brasil, Francia, Chile aspiran a “eliminar emisiones en la industria, permitir la supresión del carbono y producir combustibles, químicos y materiales renovables”. En total, 22 países junto con la Comisión Europea aplicaron esta ampliación del programa internacional Misión Innovación.
Autor: Julen Chavarrías Fabó, periodista y redactor del equipo ANUE.