13 julio, 2021
«No cuides tu dieta, deja que la dieta te cuide a ti»
«Si las verduras son tan buenas, ¿por qué debemos comer más?». Con esta reflexión empieza Ángela Rourera, diplomada en enfermería y antropóloga.
Tanto la alimentación como la comida es algo íntimo, algo interno, forma parte de la identidad de las personas. Comemos según somos, explica, pero al mismo tiempo nuestra alimentación viene influenciada por el clima, la zona geográfica en la que vivimos, nuestra economía, religión, cultura, ideología, grupo social o incluso las modas cambiantes de nuestras sociedades.
Según Rourera, la comida tiene diferentes dimensiones: la conocida dimensión placentera, pero también la dimensión social, con las celebraciones que hacemos con familia y amigos. La antropóloga explica que es una de las formas en la que los seres humanos nos relacionamos. Es aquí cuando nos damos cuenta del significado de cada alimento.
Además de la función nutricional que tiene cada comida, Ángela explica que también tienen un cierto estatus, diferenciando la «comida de los ricos» del «comida de los pobres». Según como, en una celebración de Navidad se espera que el anfitrión nos sirva marisco, no pollo a la plancha.
Así pues, Rourera plantea ¿Cómo podemos comer bien, sin morir en el intento?, ¿Qué herramientas tenemos para saber qué comer y qué cantidades?
La pirámide de la alimentación, con la que, según Ángela, es con la que todos hemos crecido, fue cambiada en 2016, en este caso modificándola al poner como base de la misma pirámide consejos de estilos de vida y no alimentos mismos.
La Escuela de Salud Pública de Harvard consideró que dicho cambio era incluso complicar demasiado las cosas y debía facilitar de cara al público. Es inviable que debamos medir cada gramo de cada alimento que nos llevamos a la boca, y a la larga uno se cansa y capitula.
Es entonces cuando crearon el llamado «plato de Harvard» en el que, para mantener una buena alimentación saludable, tenían que distribuir nuestras comidas en un plato imaginario que una mitad debía contener verduras y frutas, ¼ parte del plato debían ser cereales integrales y la última parte debía, en todo caso, contener proteínas. De esta manera conseguimos una alimentación básica pero saludable, tanto para niños de un año como para adultos de noventa. Según los mismos creadores de dicho plato, se priorizan los alimentos saciantes, de proximidad o temporada, así como el pescado y proteína vegetal antes de que la carne roja, que debe ser reducida a dos veces por semana. Asimismo explicaba Ángela que tal y como la pirámide tenía en cuenta ciertos intereses económicos, el plato de Harvard sólo se guía por los conceptos nutricionales.
Rourera explicaba, comer no sirve sólo para nutrirnos, es una manera de vivir. Por lo tanto, si queremos transformar la manera en que comemos, tenemos que cambiar poco a poco y de escalón en escalón.